domingo, 20 de febrero de 2011

Paideia

La escuela de Atenas, de Rafael Sanzio (detalle)

Extracto de "Los falsos principios de nuestra educación", de Max Stirner
Escritos menores, 1842

"La libertad de pensamiento, una vez adquirida, es el impulso de nuestro tiempo de perfeccionarla para trocarla en libertad de voluntad, principio de una nueva época. El objeto último de la educación no puede ser el saber sino el saber nacido de ese saber. En una palabra, tenderá a crear un hombre personal o libre. [...].

Pero la escuela no produce hombres tan verdaderos. Y si hay alguna escuela que lo produce, es a pesar de la escuela. Esta, sin duda, nos hace dueños de las cosas, y en rigor nos hace dueños incluso de nuestra propia naturaleza. Pero no hace de nosotros naturalezas libres. En efecto, ningún saber, por extenso y profundo que fuere, ningún espíritu avispado y sagaz, ninguna fineza dialéctica pueden prevenirnos contra la ralería del pensar y del querer".

"Todas las especies de vanidad y de deseo de lucro, de arribismo, de celo servil y de duplicidad, se compaginan muy bien con un saber vasto, lo mismo que con una elegante formación clásica. Y todo este fárrago escolar, que no ejerce ninguna influencia sobre nuestro comportamiento moral, lo olvidamos con frecuencia, tanto más cuanto que no nos sirve para nada: nos sacudimos el polvo de la escuela cuando la abandonamos. ¿Por qué? Porque esta educación consiste únicamente en lo formal o en lo material, o todo lo más en una mezcla de los dos, pero no en la verdad, en la formación de un hombre verdadero. [...].

Así como cuando éramos niños se nos enseñaba a aceptar todo lo que se nos imponía, así nos acomodamos más tarde a una vida positiva, nos plegamos a nuestro tiempo, llegamos a ser criados y los pretendidos "buenos ciudadanos".

¿Dónde, pues, en lugar de la sumisión hasta aquí fomentada, se ve surgir un espíritu de oposición? ¿Dónde se forma, en lugar de un hombre instruido un hombre creador? ¿Dónde se opera la transmutación del saber en querer, dónde, en suma, el objetivo es el hombre libre en lugar del hombre cultivado?

Y sin embargo sería preciso que nos metiéramos en la cabeza que el papel supremo del hombre no es ni la instrucción, ni la civilización, sino la autoactividad. ¿Equivale esto a abandonar la cultura? No, ni a sacrificar la libertad de pensamiento, sino a transfigurarla en libertad de voluntad. [...].

La idea, el impulso de los nuevos tiempos, es la libertad de voluntad. La pedagogía debe, por tanto, proponerse como punto de partida y como fin la formación de la libre personalidad. [...]. Esta cultura, que es verdaderamente universal, porque en ella el más humilde se encuentra allí junto al más elevado, representa la verdadera igualdad de todos: la igualdad de las pesonas libres. Pues solo la libertad es igualdad. Nosotros tenemos, pues, necesidad de una educación personal. [...].

Para concluir y resumir en pocas palabras el fin hacia el que nuestra era debe enderezar sus esfuerzos, la desaparición del saber sin voluntad y el orto del saber consciente de sí, que se da en el estallido luminoso de la personalidad libre, podríamos decir así: el saber debe morir para resucitar como voluntad y recrearse cotidianamente como personalidad libre".

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