sábado, 21 de mayo de 2011

Heleno Saña, sobre el adoctrinamiento de masas

Ilustración de Miguel Brieva: el Soviet del Dinero
INGRATITUD Y EGOCENTRISMO
Cegado tanto por la egolatría como por la soberbia, el individuo medio de hoy no suele tener en cuenta lo que debe a sus semejantes y a la sociedad en sentido lato, dando por sentado que lo que ha alcanzado en su vida es fruto exclusivo de su propio mérito; de ahí que otro de los rasgos sea la ingratitud, una de las causas de su insensibilidad comunitaria y de su nula o escasa inclinación a renunciar a las exigencias de su yo en provecho de otras personas. Max Scheler exageraba al afirmar rotundamente que “el hombre como individuo no es nada” y que “todos los bienes corporales e intelectuales que posee se los debe a la sociedad” (1), pero en gran parte es así, empezando por la solicitud de los padres y la educación que recibe en los centros de enseñanza.

La conducta del ególatra es siempre la misma: cuantas más metas alcanza y más trofeos acumula, menos se acuerda de lo que él interpreta como una proeza personal pero que, en realidad suele ser una herencia o un legado que ha recibido del entorno familiar o social en el que ha nacido y crecido. Eso explica la continuidad histórico-sociológica entre privilegiados y parias, entre los que gozan desde niños de toda clase de ventajas materiales, educativas y sociales, y los que vinieron al mundo en hogares humildes o pobres. Contribuir a una superación de este dualismo es lo último que se le ocurriría al ególatra. Para él, no existe otra motivación que la expansión ilimitada del propio ego, si es necesario también en detrimento de los demás. Valores como bondad, sentido de la justicia, solidaridad, conmiseración o amor al prójimo son, desde su personal perspectiva, abstracciones desprovistas de todo significado real.

Unos más y otros menos, la mayoría de la gente cree que el mundo empieza y termina con ellos. Ésta es la razón de que vivan encerrados mental y emocionalmente en la Caverna que Platón describe en su Politeia para demostrarnos lo que es el pensamiento destotalizado. Aunque el concepto de “totalidad” haya sido constantemente manipulado por la Filosofía y la Política, es imprescindible para acceder a una visión completa de la realidad. Lo demás es solipsismo y autismo, que es el modo de mirar y pensar en una civilización que, como la nuestra,da prioridad absoluta al individualismo posesivo, al automatismo consumista, al hedonismo y a otras manifestaciones del soez materialismo reinante.

En la terminología autojustificativa del sistema, este culto al particularismo se llama privacy, un término que si en sus orígenes significó una respuesta positiva al absolutismo feudal, se ha convertido hoy en sinónimo de insolidaridad y egocentrismo. Pero éste es precisamente el tipo de conducta que la ideología hoy en boga fomenta, silenciando que, junto a lo privado, existe lo “común” o “comunitario”, categorías sin las cuales ninguna sociedad o civilización pueden, a la larga, desenvolverse satisfactoriamente, empezando por la propia vida privada.

Los profesionales del optimismo y los apologetas del actual modelo de vida se llenan la boca ensalzando sin cesar la diversidad ilimitada de posibilidades y opciones axiológicas de la que el individuo dispone para sentirse dichoso y satisfecho de sí mismo. En cambio, hablan muy poco de la diversidad del dolor y de la injusticia existentes en el mundo. La perspectiva ética defendida en este libro exige centrar la mirada en esta última dimensión, que es la más importante y la más trascendente. Eludir este compromiso moral significa dejar abandonados a su suerte a los miles de millones de seres maltratados por el destino.

Heleno Saña
Breve tratado de ética (2009)

(1) Max Scheler, Gesammelte Schriften, tomo XIV, p. 378, Bonn 1993

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