Gustave Doré: Cristo y el tributo al César
Los fariseos se reunieron entonces para sorprender a Jesús en alguna de sus afirmaciones. Y le enviaron a varios discípulos con unos herodianos, para decirle: «Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas con toda fidelidad el camino de Dios, sin tener en cuenta la condición de las personas, porque tú no te fijas en la categoría de nadie. Dinos qué te parece: ¿Está permitido pagar el impuesto al César o no?».
Pero Jesús, conociendo su malicia, les dijo: «Hipócritas, ¿por qué me tendéis una trampa?Mostradme la moneda con la que pagáis el impuesto». Ellos le presentaron un denario.
Y él les preguntó: «¿De quién es esta figura y esta inscripción?».
Le respondieron: «Del César». Jesús les dijo: «Den al César lo que es del César, y a Dios, lo que es de Dios».
Al oír esto, quedaron admirados y, dejando a Jesús, se fueron.
Mt 22: 15-22
"Dado que el placerismo sólo considera, para el caso de la plebe, las facultades sensoriales, todas las demás capacidades naturales del ser humano terminan atrofiándose por falta de uso, reflexión que coincide exactamente con lo observable. Declina la inteligencia, se extingue la afectividad, resulta nulificada la voluntad, nada queda de la sociabilidad. Esto convierte al individuo en un ser sin sustantividad ni mismidad que es construido desde fuera por quienes tienen poder para hacerlo, las elites mandantes, en particular las vinculadas a los medios de adoctrinamiento de masas estatales y empresariales, el sistema universitario y escolar en primer lugar.
El sujeto que se siente desposeído de todo, que se halla a sí mismo torpe, solitario, agobiado, infeliz, sin voluntad, vulnerable e ininteligente tiende a centrarse más y más en el dinero para adquirir pretendidos remedios a sus males, de manera que monetiza su existencia hasta el máximo, al mismo tiempo que ya todo lo espera de la intervención institucional, de donde resulta la mentalidad contemporánea, deseosa de recibir siempre y no dar jamás, lo que genera una atrofia aún mayor de las capacidades. Así mismo está siendo devastado la persona en tanto que realidad biológica, a través del sedentarismo, la mala alimentación, la obesidad, la medicalización, la holgazanería, el consumo compulsivo de mercancías de placer (alcohol y drogas), el confinamiento en las grandes megalópolis y el crecimiento de las enfermedades crónicas.
De la suma de tales factores se desprende que el individuo medio conoce en el presente un grado de inespiritualidad notable y en ascenso, al mismo tiempo que está en acelerado declive en tanto que ente biológico. En lo que resulta perfecto es como sujeto hiper-dócil, que obedece siempre al poder constituido, el cual no sólo hace en cualquier circunstancia lo que le ordenan desde arriba sino que también piensa, desea y siente lo que la autoridad determina en cada coyuntura que piense, desee y sienta. Asistimos, pues, a la apoteosis del «homo docilis»".
Félix Rodrigo Mora