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sábado, 5 de marzo de 2011

Ramon Porté i Francesc Vidal i Barraquer

El cardenal i arquebisbe de Tarragona Francesc Vidal i Barraquer,
acompanyat del cardenal Eugenio Pacelli, a Barcelona

Extracto de "La Revolución Libertaria", de Heleno Saña

Lo que tampoco puede negarse es que la Iglesia española fue durante siglos uno de los principales aliados de las clases dominantes. Esto explica porqué, mucho antes de la Guerra Civil, cualquier acción revolucionaria de las masas del proletariado urbano y rural comenzaba con la quema de templos y lugares santos, como sucedió varias veces tras la proclamación de la República en 1931. La clase obrera había puesto siempre en un mismo plano su liberación política y la eliminación del yugo impuesto por la Iglesia. Ésta, por su parte, respondió al odio del pueblo con el odio al pueblo. Por eso bendijo el alzamiento militar contra la República calificándolo de "cruzada nacional", en vez de buscar la reconciliación entre los beligerantes, como hubiera sido su deber cristiano. O como reconocería al salir de Catalunya un sacerdote salvado por Lluís Companys: "los rojos han destruido nuestras casas, pero nosotros, los sacerdotes, los hemos destruido antes a ellos". 

Esto es indudablemente cierto, pero no menos cierto es que matar a monjas y sacerdotes indefensos constituía todo lo contrario de un acto revolucionario. Esta innoble manera de obrar  horrorizaba también a muchos partidarios y protagonistas de la revolución, lo que explica que en la medida de sus fuerzas acudieran en ayuda de posibles víctimas: Joan Peiró y Joan Saña salvaron con su autoridad moral en la CNT de Mataró a diecisiete monjas de un convento de clausura situado en la calle de la Coma, donde también vivía Saña. Casos de este tipo se dieron por todas partes, aunque la historiografía les haya prestado poca atención.

El arzobispo de Tarragona, Francesc Vidal i Barraquer, buscó refugio en casa de Ramon Porté, secretario comarcal de la CNT tarraconense: "Acudo a la CNT", dijo, "en demanda de protección para mi vida, porque si la CNT no me protege y me matan, cosa que ocurrirá fatalmente, en el extranjero utilizarán mi muerte para propaganda difamatoria de la causa republicana en general, y particularmente contra la CNT y la FAI". Cipriano Mera, por su parte, salvó la vida del obispo de Sigüenza tras haber ocupado el palacio episcopal de la ciudad.


domingo, 5 de diciembre de 2010

Entrevista a Heleno Saña sobre La Revolución Libertaria

Joan Garcia Oliver i altres companys anarquistes celebren l'èxit de la CNT-FAI en l'esclafament del cop d'Estat feixista del 17, 18 i 19 de juliol de 1936.

"Necesitamos urgentemente una revolución de las conciencias"

"Hay valores como el bien, la justicia, la amistad o la solidaridad que conservarán siempre su legitimidad intrínseca, también en períodos históricos o sociedades en las que a nivel cuantitativo desempeñen un papel marginal, como ocurre por desgracia en la actual sociedad tardocapitalista. Ésta es la gran lección moral que nos han transmitido los grandes maestros griegos, de los que en aspectos esenciales el anarquismo se nutre. Rechazar estos valores eternos implica caer en el relativismo, el historicismo, el formalismo, el oportunismo y el "todo está permitido" proclamado por Iván Karamazov".

"Noam Chomsky tenía razón. A diferencia del carácter abiertamente totalitario y coactivo de la revolución bolchevique de 1917 y de la que implantó Mao Tse Tung en China, la revolución social llevada a cabo por los libertarios españoles se basó en el principio de autodeterminación y asociación voluntaria. Si esta hazaña fue posible se debió sobre todo a la importancia que los anarquistas españoles adjudicaron desde el primer momento a la educación moral y a la cultura, a su amor a la libertad, a su sentido innato de la igualdad y a su defensa de la dignidad humana. Es en este trasfondo ético donde hay que ir a buscar la clave de las colectividades libertarias y su alto nivel de organización. Pero estas apreciaciones quedarían muy incompletas si no señalásemos que la epopeya colectivista de los anarquistas españoles fue la encarnación moderna de los valores humanistas que nuestros grandes clásicos del Siglo de Oro expresaron en sus obras, a su cabeza Cervantes, como he subrayado en mi libro y mal que le pese a cierto tipo obtuso y resentido de comunista que cree que la ciencia universal fue inventada por Carlos Marx".