domingo, 2 de enero de 2011

El hombre alienado (Breve tratado de Ética)


Extracto del Capítulo V: CIVILIZACIÓN Y ALIENACIÓN
del Breve Tratado de Ética de Heleno Saña

EL HOMBRE ALIENADO
El concepto de “alienación” es asociado generalmente a los nombres de Hegel y Marx, pero, de hecho, ya fue anticipado por Parménides en su poema didáctico. La causa de la alienación humana –nos enseña en esencia el filósofo griego- no es otra que la de dejarse dominar por la dispersión, la rutina cotidiana y el mundanal ruido. La pérdida de la conciencia de sí como resultado de la “caída” en lo múltiple y diverso, intuido por primera vez por la escuela eleática, se convertirá en uno de los temas principales de la filosofía y la religión, especialmente a partir del neoplatonismo, de la Gnosis y de Orígenes, una corriente de pensamiento que San Agustín sintetizará en sus Confesiones con el concepto de dispersio. Pero la concepción de la diversidad y la dispersión como origen del mal y la condena, lejos de quedar restringido al pensamiento antiguo y al cristianismo, penetrará también en el pensamiento contemporáneo, sea en forma religiosa o secular. Así la huella de la Gnosis es claramente perceptible en la obra de Kierkegaard, Heidegger, Adorno, Horkheimer y Herbert Marcuse. Por muy dispares que sus cosmovisiones sean, todos ellos anatemizan la vida real aquí y ahora como lo inauténtico y lo que no debe ser, de ahí su hostilidad a la sociedad, que Heidegger degrada a Man (habladuría), trivialidad y huída de lo único auténtico, que es el “ser-para-la-muerte”. La misma hostilidad de Adorno a todo lo colectivo y común, que él llama “totalidad” y a la que frente a Hegel denomina das Unwahre (lo no verdadero). No menos radicalmente, Horkheimer se refugia en la “nostalgia de lo completamente distinto”, esto es, lo opuesto a la vida real. En principio, Marcuse rechaza también la vida real, pero menos pesimista que Adorno y Horkheimer, busca refugio en la utopía social. El mismo Ortega postulará también el “ensimismamiento” como única respuesta coherente a la dispersión.

Como es sabido, Parménides parte del supuesto de que “ser” y “pensar” son una y la misma cosa. Si aceptamos como válida su tesis –base del idealismo alemán y del racionalismo moderno en general-, tendremos que llegar a la conclusión de que el hombre de la sociedad de consumo ha dejado propiamente de ser, y ello ya porque, en vez de poner en duda los valores, normas y principios del mundo que le rodea, los asume miméticamente y a priori como expresión de la verdad. Naturalmente, sigue pensando y existiendo, pero no en el sentido parmenidesiano, sino en función de su entorno social. Aunque se imagine ser él mismo el que piensa, su proceso de reflexión es casi siempre un reflejo de la doxa (opinión) triunfante en torno suyo, de ahí que haya dejado de practicar el lema antiguo “conócete a ti mismo” o el heraclitiano “me investigo a mi mismo”. Y dado que su modo de pensar es meramente funcional, excluye la posibilidad de descender a sus raíces ontológicas y, desde ellas, imaginar un mundo distinto del que se halla inmerso. Esta es la razón de que se haya olvidado de su esencia original y que se haya dejado apresar en las redes del universo atomizado en el que está ubicado, un estado de alienación que le impide ser consciente, a la vez, tanto de sus verdaderas necesidades como de sus posibilidades de satisfacerlas.

Al hablar del nous (razón, intelecto), Parménides le adjudica el atributo de tener presente lo que está ausente, o sea, del arché (principio de todo lo que existe). Esto es precisamente lo que diferencia al hombre del animal: tener conciencia de lo que hay detrás de lo que aparece ante nuestros ojos. Ahora bien, sólo alcanzamos este estadio del conocimiento cuando logramos trascender el ámbito de nuestra existencia habitual y nos elevamos a las cimas del pensamiento puro, que es exactamente lo que hoy apenas ocurre. […].

VIDA PROPIA Y VIDA AJENA

[…]. El capitalismo avanzado no sólo no ha eliminado la alienación social, sino tampoco la alienación cultural; de ahí que subsistan todos los principios de la ideología burguesa: utilitarismo, principio de lucro, razón instrumental, competencia, mercado, codicia material, individualismo insolidario y posesivo… La ideología burguesa rige hoy, más que nunca, los destinos de la humanidad, y también en el plano de la cultura, como ha demostrado no sólo pero especialmente la Teoría Crítica, tanto la corriente pesimista representada por Adorno-Horkheimer como la revolucionaria-optimista de Herbert Marcuse. Significativo en este contexto es que todos ellos elaboran sus tesis tomando como ejemplo y punto de partida la experiencia americana, que conocerán in situ, y por tanto, directamente.

El punto de partida y la clave de la alienación cultural del individuo contemporáneo es el fetichismo generado por la industria del “entertainment”, complemento del fetichismo reinante en el ámbito del consumo de bienes materiales. Después de apoderarse del cuerpo humano como mano de obra en los centros de producción, el capitalismo se posesiona también de su espíritu, de manera que su dominio sobre el individuo es doble. El tiempo libre u ocio pasa a formar parte esencial de la manipulación y degradación del hombre a un juguete del proceso de producción y reproducción del sistema. De igual modo que el asalariado compensa su alienación como productor por medio de las mercancías que adquiere como consumidor, recibe con júbilo las diversiones y espectáculos que la industria de la cultura y del ocio le brinda sin cesar como recompensa a su integración en el sistema, sin apercibirse de que está consumando y consumiendo su propia sujeción.


4 comentarios:

  1. Heleno Saña es un referente imprescindible.

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  2. Armand, no puedo estar más de acuerdo con tu afirmación. Sólo comentaría que a su sólida y brillante trayectoria, hay que añadir el hecho de que se trata de una persona encantadora.

    Cristian, és difícil seleccionar extractes dels seus llibres doncs a qualsevol capítol hi trobes pólvora. "Dinamita per al cervell", que diria Josep Llunas i Pujals. Molt i molt recomanables les seves últimes obres, que són de síntesi: tant "Breve tratado de Ética" com "Tratado del Hombre", a les quals cal afegir la traducció al castellà de "Die Libertäre Revolution: Die Anarchisten im spanischen Bürgerkrieg".

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  3. Hasta el Cosí mesetario recomienda a Heleno.
    Un tipo entrañable... el Heleno, no el Cosí mesetario, aunque este también.

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